Foto Propia. Secuoya en Arboretum Masjoan

Siento una repentina necesidad de volver a escribir. Y no de escribir en general, sino de hacerlo de forma pública, en formato blog. Quizá sea porque, de entre todas mis aficiones, escribir un blog ha sido donde más constancia he demostrado tener. Yo, capaz de correr hacia la tienda de bellas artes más cercana y arrasar con su arsenal de materiales artísticos en cuanto siento el más mínimo impulso de querer crear ilustraciones. Yo, que prácticamente me compro la equipación del deporte que sea tras apenas una clase «porque quiero ir en serio».

Sí, la impulsividad me define. Desde que era niña, mi ilusión por nuevos proyectos ha despegado y vuelto a aterrizar en un periodo de tiempo irrisorio, pero he aprendido a sacarle partido. Te hace sentir muy viva ilusionarte por actividades que la noche anterior ni se te habían pasado por la cabeza. Pero escribir es diferente. Escribir (o el deseo de hacerlo) ha sido una constante por más vueltas que ha dado mi vida. Siempre ha estado ahí y, si no ha sido en formato blog, ha sido en forma de cuaderno de andar por casa.

Un blog nuevo

Hace apenas 15 días murió una de mis mejores amigas. En estas dos semanas, me estoy dando permiso para sentir lo que sea que tenga que sentir, porque no tengo referencias de un duelo similar. Ni siquiera intento entender la conexión entre su muerte y mi impulso de escribir, pero creo que inconscientemente siento la necesidad de retroceder en el tiempo y replicar las circunstancias que hicieron posible conocernos. En aquella primera conversación, me dijo que ya me conocía por mi blog, y me dijo que ella también tenía uno. Le debo a mi blog, por tanto, haberla conocido.

Los dos blogs anteriores

Pensaba que mantenerlos me iba a lastrar en las nuevas etapas que se avecinaban. En el caso de Traducir&Co, era un blog sobre traducción en el que compartía reflexiones, curiosidades y consejos para estudiantes, Tras 8 años, sentí que aquella etapa había llegado a su fin. Por otro lado estaba Punto y Oporto, un blog que me planteé para crónicas de viajes, una aventura que, en 2020, cuando lo cerré, no tenía pinta de poder reanudarse.

Sin embargo, pasado el alivio inicial del desembarazo, sentí algo así como un vacío interior. Sin darme cuenta, le estaba diciendo adiós a un gran estímulo intelectual. Echaba de menos que se me pasaran las horas volando escribiendo y reescribiendo, interactuando con los comentarios, planificando nuevos contenidos… Además, echaba de menos el sentimiento de comunidad que acompaña a compartir contenido en internet. Me asaltaba la duda: ¿a qué personas estoy dejando de conocer por haber dejado de publicar? ¿Qué experiencias no voy a vivir por no estar activa en las redes? Pese a todo, no encontraba el momento ni la motivación final para arrancar un nuevo proyecto.

El empujón final

Y de repente… mi amiga muere. Y el duelo se apodera de mis recuerdos, que automáticamente me trasladan a aquella primera conversación con ella. Dejo que la impulsividad tome las riendas y… este es el resultado. Este blog. Terceras partes. Un nombre con el que he querido dejar constancia de la existencia de esos dos primeros blogs, sin los cuales mi vida hoy habría sido completamente distinta.

Acerca de la autora

Merche García

¡Hola! Me llamo Merche, tengo 35 años y este es mi tercer blog. En él, subiré mis escritos con la intención de compartirlos y seguir conociendo a gente interesante en el camino. Como soy una nostálgica, he republicado algunas entradas de mis dos blogs anteriores "Punto y Oporto" (sobre viajes) y "Traducir&Co" (sobre traducción). Mira en el menú superior.

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