Cork, 2019, foto propia.

De vez en cuando me busco en Google para comprobar que no hay nada raro asociado a mi nombre, porque durante los 8 años en los que tuve mi primer blog, subí infinidad de cosas que a día de hoy prefiero que no pululen por ahí. Como mi currículum, que compartí alegremente en su momento y aún hoy me sigue dando sorpresas. Hoy, por ejemplo, me he encontrado con una versión manipulada (con web, correo y teléfono falsos) donde salía mi foto, nombre y trayectoria reales. Ya lo he reportado a Google mediante el formulario de «derecho de supresión», también llamado «derecho al olvido». Bendita ley.

En la vida, sin embargo, no hay formularios. Todo depende de la buena voluntad o torpeza de las partes. Hace unos días me enteré de que llevas más de 2 años luchando contra un cáncer. Me dio por buscarte a ver qué era de ti y justo encontré que acababas de publicar algo el día anterior. Comentabas que empezaban a flaquearte las fuerzas y también la esperanza. En esta situación extrema, habías decidido mantenerte fiel a tus principios, esos que garantizaban nuestra incompatibilidad, y aspirabas resuelta a la remisión total alejándote de la medicina. Una medicina que, de todas formas, ya en 2021 solo podía ofrecerte paliativos a tus 30 años. Ojalá te hubieras mirado aquel bulto cuando lo notaste. Al leerte recordé sin poder evitarlo aquella tarde irlandesa de 2019 donde prácticamente me ordenaste que me calmara, diciéndome que estabas segura de que no era nada.

Rápidamente me abalancé a escribirte, segura, yo también, de que yo en tu lugar querría recibir el máximo apoyo posible. No obtuve respuesta pronto, así que asumí que te encontrarías demasiado débil o quizá no habías mirado ese buzón aún. ¿Qué otra explicación podría haber? Tras una semana esperando con el estómago del revés, me di cuenta: me habías bloqueado. Shock, tristeza, impotencia, esperanza, nostalgia, sorpresa, enfado… Nunca había sentido tantas cosas en tan poco tiempo. Siete días y 500 noches me han hecho falta para entender que esto no va de mí ni de lo que yo preferiría. Que la vida se te escapa entre los dedos. Que esto va de ti y solo de ti. De ti, que irónicamente fuiste quien me puso en contacto por primera vez con algo llamado «límites», que tantas puertas me ha abierto y tantas otras ha cerrado.

¡Qué fácil fue durante los primeros días asociar tu silencio a un mensaje traspapelado…! ¡Qué dulces las horas imaginando un reencuentro que dejara a un lado nuestras diferencias, si así lo hubieras querido! Qué tentador dejarse seducir por la idea de que yo tenía voz y voto en este capítulo tan tuyo… Qué ingenua yo, al no recordar que, también en la vida, existe el derecho a olvidar y a que te olviden, por más que duela. Con tu decisión asisto pasivamente, por tanto, al paso lento de tu tiempo y a tu dolor incomparable, desde la más prudente de las distancias: la que tú has impuesto y yo, ahora, respeto. Suerte en este viaje, R.

Acerca de la autora

Merche García

¡Hola! Me llamo Merche, tengo 35 años y este es mi tercer blog. En él, subiré mis escritos con la intención de compartirlos y seguir conociendo a gente interesante en el camino. Como soy una nostálgica, he republicado algunas entradas de mis dos blogs anteriores "Punto y Oporto" (sobre viajes) y "Traducir&Co" (sobre traducción). Mira en el menú superior.

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