Foto que hice ayer en el metro. Barbie constreñida.

Cuando abrí este blog hace tres meses me prometí que lo hacía para escribir, escribir de verdad. Para mí, la diferencia entre escribir y escribir de verdad es que en el segundo caso te despojas de expectativas ajenas o propias para expresar lo que sientes libremente. Sin embargo, cuando en los inicios sabes que solo te leen amigos y familiares, de alguna forma sientes que prefieres priorizar cierto tipo de contenido (el más liviano e interesante) y guardarte para ti el otro (el más denso y reflexivo, incluso triste).

Joe R. Landsdale dijo una vez «Write as if everyone was dead» (Escribe como si todo el mundo estuviera muerto), es decir, no te cohíbas por saber que te leen personas cercanas. No sientas que debes ser coherente con las facetas que conocen. Escribir de verdad implica sacar a pasear las partes que menos te gustan de ti pero que no por ello dejan de formar parte de quien eres: tu derecho a la pataleta, la agresividad como forma de expresar la rabia, el cinismo como forma de crítica.

Mi amiga murió hace tres meses y medio y estoy triste, quiero escribir sobre ello. El mundo se está volviendo loco y se nos está llevando por delante, quiero escribir sobre ello. El dinero nos guía involuntariamente en nuestras decisiones vitales, quiero escribir sobre ello. Ser padre/madre se vende como el inevitable final feliz de la vida, quiero escribir sobre ello. La redes sociales son el cáncer emocional de nuestros tiempos, quiero escribir sobre ello. La soledad asusta a la vez que reconforta. No hay quien lo entienda y quiero escribir sobre ello, escribir sobre ello de verdad.

Durante mucho tiempo involuntariamente justificaba mi cara menos alegre achacándola a bajones puntuales, un glitch en la alegría que esperas de mí. ¿De dónde viene la necesidad de disculpar partes propias e intentar convencer de que son otras las que te definen? Recuerdo una conversación caminando por Oporto en 2018 en la que me disculpé tras haberme metido en el bucle de una conversación muy intensa y profunda (algo que, asumo erróneamente, provoca automáticamente que la otra persona se sienta incómoda y me juzgue de intensita). Le puse el broche suavizándola con risas forzadas y un «Perdona, yo no soy así normalmente». La otra persona se paró y me dijo seriamente: «¿Por qué dices eso? Sí eres así. También eres así». ¡Gracias, P.E., por aquella reflexión que ahora es mi mantra!

Decía Adri en su último vídeo del canal Minimalistamente que es más habitual encontrar relatos contados después de que durante. Contar lo que va pasando mientras pasa es una de las señas de identidad de los blogs que he tenido. En Traducir&Co fui contando en tiempo real cómo me iba convirtiendo en traductora, desde estudiante hasta traductora profesional. En Punto y Oporto fui contando mi aventura siendo nómada digital, desde que empecé a planteármelo e hice las maletas hasta que volví a Madrid agotada tras cinco meses.

Por eso en este blog continuaré con este enfoque de contar lo que va pasando mientras va pasando. Al fin y al cabo, es el contenido que más me gusta leer a mí también (por ejemplo desde Y, de repente, empieza el viaje (2010), de Aniko Villalba hasta su Me cansé de viajar (2017)). Iré compartiendo aquí mis intentos de convertir este blog en una habitación propia, un escritorio vacío limpio de expectativas y autosabotajes donde pueda sentirme libre para escribir, escribir de verdad.

Acerca de la autora

Merche García

¡Hola! Me llamo Merche, tengo 35 años y este es mi tercer blog. En él, subiré mis escritos con la intención de compartirlos y seguir conociendo a gente interesante en el camino. Como soy una nostálgica, he republicado algunas entradas de mis dos blogs anteriores "Punto y Oporto" (sobre viajes) y "Traducir&Co" (sobre traducción). Mira en el menú superior.

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