
De pequeña se tienen asociaciones muy curiosas. Durante muchos años, por ejemplo, pensaba que la expresión “Limpio como los chorros del oro” era en realidad “los chorros del loro», y no entendía por dónde le salían los chorros al dichoso pajarraco. Una de esas palabras de significado difuso era “bisexual”, que yo equiparaba con “hermafrodita” porque me eran igual de desconocidas. Cuando entendí el matiz “sexual” decidí que debía de ser alguien vestido de hombre y mujer a la vez. En 1997, tras publicarse “Palabra de Mujer” de Mónica Naranjo (y quedarme embelesada con las fotos interiores, oh, sorpresa, por qué será) mi cerebro decidió por asociación random que “bisexual” era tener el pelo de dos colores (¡Uy, casi!). Vale, puede que no a este nivel, pero la confusión sobre la bisexualidad sigue presente en nuestro día a día.

La bisexualidad existe, no es una etapa, una elección personal, una transición, fruto de la indecisión ni consecuencia de una mala experiencia. “Ya, que sí, pero, si tuvieras que elegir, ¿con qué te quedarías?”. “Vaaale, pero, en plan porcentaje, ¿qué te gusta más?”. Al estar en una relación con un hombre, he oído: “Ves, al final te gustaban más los hombres”. Al estar en una relación con una mujer, me han dicho: “¡Ah, entonces eres lesbiana oficialmente!”. Es frustrante que no se reconozca la bisexualidad como una orientación final. “Ser bisexual es como el Colacao una vez removido: ya no puedes separar el cacao de la leche”, me dijo alguien allá por 2007.

Por aquel entonces, las limitadísimas referencias a la bisexualidad a las que había tenido acceso venían siempre acompañadas de alguna connotación negativa: escándalos televisivos, dinero, fama, drogas, el mundo de la noche… Incluso mentiras flagrantes como All The Things She Said, de T.A.T.U., canción a la que las adolescentes, “““confusas””” después de ver besarse a las protagonistas de Thirteen, abanderamos como himno autoproclamado en mitad de un océano heteronormativo.

La Bravo y la SuperPop tímidamente intentaban “ayudar” en su consultorio, usualmente plagado de preguntas existenciales como “¿¿Qué significa soñar con un bikini rosa??”, “¿¿¿Qué diferencia hay entre pantalones de camuflaje y los cargo???” o “¡¡¡¡¡Creo que tengo poderes mágicos!!!!! ¿¿Qué hago??”. Muy de vez en cuando, una esquinita del consultorio se dedicaba a una duda discreta: “Tengo novio pero me gusta mi amiga, ¿qué me pasa? – Sonia, piscis, 13 años”. Pues te lo digo yo, Sonia, con un par de décadas de retraso: no te pasa nada, es que eres bisexual.

Para que se me entienda (entre el corrector y mis dedos veloces). Duplico el comentario y lo corrijo 😂:
Es curioso que hoy en día todavía se cuestione la bisexualidad (más que curioso, es ofensivo. Así como cualquier opinion sobre la sexualidad ajena).
Pero me usaría hacer un apunte: la T.A.T.U no eran bisexuales, tampoco lesbianas. Son chicas heterosexuales, explotadas por su manager que las vendió como “ese algo raro” (por aquel entonces en Rusia) y hasta las obligó a masturbarse ante la cámara (a Yulia exactamente), para grabar su cara al tener un orgasmo y así aprovecharla para el videoclip. Todo con las promesas de éxito y siendo ellas menores de edad…
Gracias, Alena.
¡Sí, es difícil de creer que aún siga pasando! Sobre las TATU, sí, a eso me refería con “la mentira flagrante como All the things she said de TATU”. Fue un golpe bajo para lesbianas y bisexuales adolescentes que vimos como nuestra orientación se vio utilizada para fines promocionales. Lo mismo ocurre con el grupo español Love of Lesbian, que comentó en una entrevista que usó ese nombre para llamar la atención (un grupo de hombres mayores usando una orientación sexual femenina como clickbait es asqueroso).
Es curioso que hoy en día todavía se cuestione la bisexualidad (más que curioso, es ofensivo. Así como cualquier opción sobre la sexualised ajena).
Pero me usaría hacer un apunte: la T.A.T.U no eran bisexuales, tampoco lesbianas. Son chicas heterosexuales, explotadas por su manager que las vendió como “ese algo raro” (por aquel entonces en Rusia) y hasta las obligó a masturbarse ante la cámara (a Yulia exactamente), para grabar su cara al tener un legando y así aprovecharla para el videoclip. Todo con las promesas de éxito y siendo ellas menores de edad…